Resulta
una palabra punzante que se alza sobre la epidermis como una laceración infame,
demasiado ajustada al cuello, profunda en las venas, metálica en el cráneo y ulcerosa en el estomago.
Como sociedad quizá no alcanzamos a comprender sus causas, pero sabemos que estamos
condenados a vivir con ello y sin ellos (as), estampando fechas de despedida y epitafios
originados en arrugados papeles que se mecen al interior de un bolsillo a la
altura de los ojos.
Las
cifras que presenta la OMS (Organización Mundial de la Salud) indican que cada
año se suicida casi 1 millón de personas en el mundo y estima para el 2020 el
aumento de esta cifra a 1,5 millones configurando la segunda causa de defunción
entre los 10 y 24 años, en este escenario resulta impresionante la introducción
de un trabajo denominado “Conducta suicida” (Dr. Alejandro Gómez - U. De Chile),
donde indica que “se producen mas muertes
por suicidio que por la suma de homicidios y guerras”.