miércoles, 25 de febrero de 2015

03:00 FM

Imagen gentileza de Bettiana Castro
Esa noche la radio envolvió los sueños en armonías de suspenso y espanto, solo había lugar para el miedo y ninguna certeza de su origen, repentinamente resonaban tambores que al vibrar dejaban la sensación del abismo, me levanto aterrorizado, me pellizco y zamarreo para despertar, intento apagar la horrible música que se hace insistente, como antesala de algo terrible, pero los intentos son en vano,  tampoco puedo encender la luz, mis dedos rebotan en el interruptor, con dificultad bajo las escaleras, atravieso la sala y logro abrir la puerta para ir en busca de vecinos, atravesado el umbral grito a todo pulmón… ayuda!!!!!!, pero me doy cuenta de que todos los sonidos son propiedad de la radio, usurpando incluso mi voz,  el pánico se apodera de mis movimientos, entre espasmos y rodillas temblorosas doy algunos pasos y logro ingresar nuevamente a la casa, frente a mi aparece la silueta de un hombre pequeño con cuernos  que lentamente abre  sus ojos rebosantes de maldad, cuando estuvieron completamente abiertos la criatura en un desplazamiento casi instantáneo se posiciona al final de la sala y con una sonrisa irónica desaparece a través del muro, en ese mismo momento una fuerza desconocida me transporta velozmente a mi cuerpo que entra en conciencia, despierto y apago la música demoniaca, transmitiendo automáticamente una ansiada calma, que solo es interrumpida por un poco de polvo que cae desde el techo y choca con mi cara, despierto nuevamente, el temor se apodera de mi otra vez, me levanto e intento salir de la habitación, pero la puerta esta cerrada y repentinamente  el techo cae sobre la almohada, acierto en el giro necesario para que el pestillo de la chapa me deje salir corriendo escaleras abajo, para tropezar con el gato en el ultimo peldaño, azotar mi cabeza contra el piso y luego despertar nuevamente en mi cama.


Franco  Contreras

14/02/2015