Desde tiempos
ancestrales pueblos aborígenes como diaguitas y atacameños han trabajado el
cobre, incluso siendo precursores en la explotación de Chuquicamata, la gran
división de Codelco.
Durante el siglo XVIII
comienza la explotación moderna de este metal y con la independencia, la
producción se expande para convertir a Chile en el mayor productor y exportador
mundial, condición que a finales del siglo XIX cambia y la producción nacional
debe enfrentar una de las crisis mas importantes en su historia, levantando
cabeza solo a comienzos de siglo XX, en que los procesos sociales no estuvieron
al margen, alcanzando su máxima expresión con la nacionalización iniciada
durante el gobierno de Salvador Allende un 11 de julio de 1971. Sin duda un
paso estratégico que algunos no quieren reconocer, pero indefectiblemente
certero, ya que el cobre con un extraordinario peso histórico se había
convertido en uno de los minerales que modelarían el destino de la humanidad,
desde la simpleza diaguita hasta la complejidad de un circuito, consolidando a
Chile como la naturalmente flanqueada república que dignamente hoy expresa la
consigna “renacionalización”.