miércoles, 2 de diciembre de 2020

Viaje sin retorno

Imagen, elaboración propia

En 1993 quedaba atónito frente a una escalofriante noticia, los hechos acontecidos en Reino Unido (UK) superaban mi capacidad de comprensión y con pavor sentí que la maldad podía alojarse en angelicales rostros infantiles, esperando la oportunidad para dejar su estado de latencia y devorar la inocencia. Dos niños de 10 años secuestraron, torturaron y asesinaron a un niño de 2 años (James Bulger), de la manera más horrible que puedan imaginar. 

 

No había escuchado una noticia similar desde ese entonces, hasta que hace algunos días se conoció el asesinato de una niña de 5 años por otro niño de 12 en la provincia de Los Andes. ¿Qué genera este tipo de comportamiento?, muchos ni siquiera se lo cuestionarán y exigirán condenas ejemplares, algo completamente comprensible. Si bien, tampoco me gusta la idea de que los niños y niñas en un colegio o jardín convivan con otros coetáneos asesinos, y mi instinto de supervivencia me indica que es un riesgo que compartan los mismos espacios, ¿se resuelve así el problema?.