En los últimos
tiempos y con creciente fuerza, una ola de estupor, de confusión y de
desesperanza, toma cuerpo en el seno de la sociedad chilena, sin ser ajena al
influjo de una Crisis que tiende a generalizarse en todo el Orbe. Situación que
nos urge y obliga a encontrar Soluciones verdaderamente fundadas y confiables,
para evitar un desenlace final irreversible y catastrófico.
Los signos y
evidencias son de tal magnitud y proyecciones que un número muy alto de la
ciudadanía, desiste ya de toda acción y se margina del proceso. El hecho de
mayor impacto, radica en las crecientes desigualdades económico-sociales que
afectan a la comunidad nacional. Al empobrecimiento de las capas medias, se
suman el escandaloso aumento de la drogadicción y de la delincuencia,
especialmente juvenil. Tan sólo el 1% de la población es dueña de más del 31%
del Producto Nacional. Y el endeudamiento por la Educación de sus hijos y por
razones de Salud, alcanza límites intolerables.