martes, 24 de julio de 2012

No respetar la memoria, condenara al olvido


El desarraigo, incomprensión y la ambición experimentada hoy en el campo chileno donde familias y tradiciones se desintegran por unos cuantos pesos, que se diluyen en cuanto comercio abierto encuentre un insensato bolsillo. Insignificantes ante el patrimonio cultural y natural que observamos en la zona central, y que confirma en cuanto a biodiversidad, la exposición de Mary Kalin Arroyo, Premio Nacional de Ciencias Naturales algunas semanas atrás, en el Instituto de Sistemas Complejos de Valparaíso (ISCV). 

La migración campo ciudad que alimenta la periferia de la metrópolis, nos señala el lugar donde sus  habitantes descuartizan tímpanos con bocinas de automóviles y dan “ON” a sus cerebros cuando el semáforo lo ordena, el picnic como escape a la rutina permite decir, “Que lindo sería vivir aquí” y rápidamente esbozan en su mente una casa de revista, piscina y un labrador. Sin advertirlo han construido el escenario perfecto para un aviso publicitario de comida para perro. Luego, la pequeña silueta de un campesino en el horizonte se agranda hasta que es inevitable preguntar ¿Conoce a alguien que venda por aquí?, él, contenido ante el extraño, resguardado en la sombra de su chupalla, con sus manos agrietadas por el frio invierno sujetando las riendas del resabiado macho, es lo suficientemente ambiguo como para conversar de animales, viejos y jóvenes, pero en su parsimoniosa expresión, confirma un "Si" al efímero encuestador, ya que es heredero y su madre dibujara las unicas palabras que puede leer, entregando ante notario la tierra que sera vendida a una inmobiliaria, o algún peso pesado de la minera, de esos que son gerentes. Esos que dan pega al hijo del campesino, como "cuidador".

Somos testigos y protagonistas de la extinción de una tradición, una terrible realidad que mata cualquier animo de abrazar y besar, un asesinato en la historia, homicidio funesto del imaginario e identidad de una comunidad. En Ahumada ya no cantamos al viento “paso a paso, van los huasos, de las nieves….” enérgica arenga que no alcanza eco en el “Cajón del Arpa”, silenciado para siempre, al igual que historias de duendes y montes que "a la oración" adoptaban formas de inverosímiles en “Las Mostazas”.

Lo anterior tambien sucede en ciudades que llevan por titulo “patrimonio”, como Valparaíso, donde el puerto es despojado de historia y tradiciones, dejando que se desmorone su particular arquitectura y cierre el comercio tradicional, como la amenazada y emblemática librería Ivens, junto a la desterrada florería, dando paso a tiendas de aromas plásticos, construyendo horribles edificios que quieren tocar el cielo, pero no entienden que abajo esta el universo completo, todo se vende para dar paso a hoteles y restaurants, vitrina para visitantes, extinguiendo la vida del barrio, real riqueza de una ciudad peculiar y cosmopolita, estandarización impuesta a punta de corrupción y utilidades calculadas desde el brillante escritorio de algún prestigioso ingeniero o arquitecto, pomposos ejecutivos y profesionales que engordan entre cuentos repetidos de comidas y deliciosos postres, pero la miserable realidad es que se remata la esencia de una ciudad, a cambio de sombras que marchitan flores y deprimen mascotas en los jardines vecinos, amurallando la mirada porteña. 

Estamos en un campo de batalla, desnudos, somos pocos, resistimos en conciencia y con templanza, atacan todos los flancos y la esperanza es nuestra única compañera.



Franco Contreras
23/07/2012

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