lunes, 22 de febrero de 2016

Anti-pausa

Imagen gentileza de Betts Castro
Es domingo. Despierto a la hora de la siesta. La polola me trae el desayuno-almuerzo, brunch al estilo gringo. Me quedo en la cama viendo una peli mexicana para no tener que leer subtítulos ni poner en práctica mi inglés chamuscado, cuando ya experimento un incipiente dolor de cabeza por estar demasiadas horas en posición horizontal. Comienzo a levantarme, pero ya es hora de dormir. Buenas noches linda. Sushi, baja de la cama. ZzzzZZZZZZ…


- ¿Qué pasa? ¿Ya es lunes? -una dulce voz omnisciente me responde-
- No gordo, es domingo

            Me vuelve el alma al cuerpo y le pido que desactive la alarma para seguir durmiendo, pero la dulce voz comienza a mutar en una más estridente que me dice:

- ¡Gordo levántate y camina! Hay que salir a trotar para bajar tu panza
- Pero chiquita ¿qué hay de malo con mi panza?
- Está creciendo y ya no eres un adolecente

            La impotencia ante la realidad me lleva, resignadamente a las 08:00 a.m., a ir de la cama a la ducha en el día del señor. Al menos Charly García va desde la cama al living.
            Ya estoy listo y asoma un vaso de jugo de plátano con uva. Me siento bien. Comienza el ejercicio por la costa, escuchando unos  buenos discos. La brisa marina se esparce por mi cara y me siento mucho mejor, incluso tengo la sensación de que mi panza mágicamente comienza reducirse.
            Después de 40 minutos de hits indiepoprockandroleros, mi rodilla comienza a pedir ayuda. Sigo en la senda del orgullo hasta 10 minutos después, parando con la excusa de las compras en la verdulería.

- Gordo, mientras yo compro los tomates, tu ve por los huevos
- ¿Para qué quiero más huevos si ya los tengo? -la broma no causa gracia y en silencio voy por ellos-

            Ya en casa, luego de un almuerzo naturista, por fin mi sueño comienza a convertirse en realidad y voy por esa cama dominguera que me llama. Pero antes de levantarme de la mesa, viene la frase del terror:

-Te toca lavar los platos. Yo preparé el desayuno y el almuerzo
- ¿Qué desayuno? si eso era un juguito no más
- ¿Qué hiciste tú? –me pregunta-
- Yo… heeeee. Yo… heeee. Yo….
- ¡Sí tú! Tú lavarás los platos.
- ¡¿Pero cómo?! –
- Con una sonrisa en la cara
- Pero si es domingo y soñé que dormía. ¡Lo soñé! Estás interfiriendo entre un hombre y sus pequeños sueños, el inconsciente me llama, Freud es mi testigo. -Con voz estridente la polola me deja claro que después me toca lavar el inodoro-.

            Lentamente veo como mis manos se deterioran con el limpiador mientras los platos rechinan de limpios. Luego me encierro con mis pensamientos y el cepillo del baño hasta que todo queda impeque.
            Ya no tengo sueño. Sushi se apoderó de mi lugar y acumula horas de sueño al más puro estilo felino. Sorpresivamente me encuentro con unas empanaditas recién salidas del horno.

- Gracias chiquita, ¿de qué son?
- De queso de cabra con dulce de membrillo
- ¡Ajá! Interesante

            Tres empanadas más tarde me encuentro nuevamente con mis pensamientos en el retrete. Al fin tengo una pausa.

Franco Contreras
20/02/2016

Publicado originalmente en www.revistapausa.cl 

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