Imagen gentileza de Betts Castro |
Es domingo. Despierto a
la hora de la siesta. La polola me trae el desayuno-almuerzo, brunch al estilo
gringo. Me quedo en la cama viendo una peli mexicana para no tener que leer
subtítulos ni poner en práctica mi inglés chamuscado, cuando ya experimento un incipiente
dolor de cabeza por estar demasiadas horas en posición horizontal. Comienzo a
levantarme, pero ya es hora de dormir. Buenas noches linda. Sushi, baja de la
cama. ZzzzZZZZZZ…
- ¿Qué pasa? ¿Ya es lunes? -una dulce voz omnisciente me responde-
- No gordo, es domingo
Me vuelve el alma
al cuerpo y le pido que desactive la alarma para seguir durmiendo, pero la
dulce voz comienza a mutar en una más estridente que me dice:
- ¡Gordo levántate y camina! Hay que salir a trotar para bajar tu
panza
- Pero chiquita ¿qué hay de malo con mi panza?
- Está creciendo y ya no eres un adolecente
La impotencia
ante la realidad me lleva, resignadamente a las 08:00 a.m., a ir de la cama a
la ducha en el día del señor. Al menos Charly García va desde la cama al living.
Ya estoy listo y
asoma un vaso de jugo de plátano con uva. Me siento bien. Comienza el ejercicio
por la costa, escuchando unos buenos discos.
La brisa marina se esparce por mi cara y me siento mucho mejor, incluso tengo
la sensación de que mi panza mágicamente comienza reducirse.
Después de 40
minutos de hits indiepoprockandroleros, mi rodilla comienza a pedir ayuda. Sigo
en la senda del orgullo hasta 10 minutos después, parando con la excusa de las
compras en la verdulería.
- Gordo, mientras yo compro los tomates, tu ve por los huevos
- ¿Para qué quiero más huevos si ya los tengo? -la broma no causa
gracia y en silencio voy por ellos-
Ya en casa, luego
de un almuerzo naturista, por fin mi sueño comienza a convertirse en realidad y
voy por esa cama dominguera que me llama. Pero antes de levantarme de la mesa,
viene la frase del terror:
-Te toca lavar los platos. Yo preparé el desayuno y el almuerzo
- ¿Qué desayuno? si eso era un juguito no más
- ¿Qué hiciste tú? –me pregunta-
- Yo… heeeee. Yo… heeee. Yo….
- ¡Sí tú! Tú lavarás los platos.
- ¡¿Pero cómo?! –
- Con una sonrisa en la cara
- Pero si es domingo y soñé que dormía. ¡Lo soñé! Estás
interfiriendo entre un hombre y sus pequeños sueños, el inconsciente me llama, Freud
es mi testigo. -Con voz estridente la polola me deja claro que después me toca
lavar el inodoro-.
Lentamente veo
como mis manos se deterioran con el limpiador mientras los platos rechinan de
limpios. Luego me encierro con mis pensamientos y el cepillo del baño hasta que
todo queda impeque.
Ya no tengo
sueño. Sushi se apoderó de mi lugar y acumula horas de sueño al más puro estilo
felino. Sorpresivamente me encuentro con unas empanaditas recién salidas del
horno.
- Gracias chiquita, ¿de qué son?
- De queso de cabra con dulce de membrillo
- ¡Ajá! Interesante
Tres empanadas
más tarde me encuentro nuevamente con mis pensamientos en el retrete. Al fin
tengo una pausa.
Franco Contreras
20/02/2016
Publicado originalmente en www.revistapausa.cl
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