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Foto elaboración propia |
El
detestable acto de generar miedo a través de un artefacto explosivo en metro escuela
militar, tomó por sorpresa a las personas que transitaban por ese lugar y que
resultaron heridas, pero es de publico conocimiento que no corresponde a un hecho
aislado. Ciertamente Chile es un país seguro, pero no esta a salvo de los
deseos de poder y codicia de quienes intentan dirigir nuestra sociedad, engendrando
odio y auto-defensa ante sus propios temores.
A lo
largo de la historia se ha perfeccionado el arte de manipular la voluntad
popular, con señales y/o golpes de poder que neutralicen el cuestionamiento a
un sistema que preserva el status quo. Esto también se logra hoy privilegiando
contenidos superfluos en los medios de comunicación, donde el “festival de la empanada” o el “día del completo” ocupan los noticieros,
frustrando periodistas mientras Violeta sigue “sin comprender el color, con que pintan la noticia cuando el pobre
dice no”.
Foto elaboración propia |
Como
una certera crónica de una paranoia anunciada (mis disculpas por alterar el
titulo de la obra del maestro G. Marquez), y aunque no se trata del incendio del Reichstag en Alemania, el escenario se vuelve extraño entre reforma
tributaria y educación, con cierto grado de represión, para luego tan solo unas
semanas después mostrar la captura de unos sospechosos en medio de las fiestas
patrias, exactamente el 18 de septiembre, entregando una excelente oportunidad para que la presidenta a la salida del tedeum ecuménico reafirme el compromiso
con la seguridad de los chilenos, pero eso es demasiada suspicacia ¿o no?.
Haciendo un parangón con esta “eficacia”, mejor remontarnos al “caso bombas”
anterior, donde un fiscal pasaba de sobrevolar los cielos santiaguinos con su
capa de superhéroe a arrastrarla como un lastre en el 2012, quedando todo en
una ambigüedad que parece repetirse.
Bombas
y fiestas patrias, entre chicha y empanadas combinaron miedo y farra,
ingredientes principales para el control de masas, propagando pasividad y
sumisión. Mientras tanto, culpables o no, entre lechugas y textos de Bakunin,
veganos y anarquistas, aunque solo usen la polera, son hoy chivos expiatorios
que consiente o inconscientemente contribuyen a fortalecer un estado represor.
Como
dice el famoso cambalache “el mundo fue y será un porquería”
05/10/14
Franco
Contreras
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