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Mucho han engalanado las iniciativas Airbnb y Uber como el tipo de
negocios del futuro, pero desde mi perspectiva pasaran de moda como el “axe
bahía”.
Si bien estas plataformas tecnológicas son un aporte a la gestión,
disminuyendo tiempos de espera, entregando trazabilidad, mejorando los precios
y permitiendo la calificación de los servicios, en términos de responsabilidad,
laborales y de seguridad no cumplen las condiciones para un emprendimiento solido
y sostenible en el tiempo.
Este tipo de negocios rompen la estructura de factores productivos
(RRHH, Capital, Materia prima), lo que permite visualizar un horizonte de vida
limitado para estas empresas como las conocemos hoy, lo que implica que tienen
el desafío de transformarse o morir. Los autos no son propiedad de Uber, ni las
casas de Airbnb y su programa “xchange leasing” viene en retirada debido a su
insostenibilidad, por otro lado el arriendo de automóviles parece tan
improvisado como el peinado de ultima hora cuando ya vas tarde al matrimonio de
tu amigo. Por otro lado la precarización laboral se hace sentir en conductores
sin contrato, previsión, seguro de cesantía, etc, cayendo conductores y dueños
de casa en la idea de emprendimiento, lo cual dista mucho de serlo.
La seguridad no es una fortaleza que caracterice a estas empresas,
en el caso de Uber te pueden cambiar el automóvil y/o conductor, en este contexto
se pueden dar algunas situaciones como que el cliente no detecta la
irregularidad o la detecta, pero por la necesidad de llegar pronto a su destino
decide usarlo de todas formas. También podemos observar automóviles en mal
estado, conductores con problemas psicológicos etc. En cualquiera de los casos
la exposición del cliente es brutal y si algún creativo tiene la idea de usar
este modelo para el transporte de carga por carretera, piénselo dos veces, pues
seguro encontrara grandes problemas, ya que no podrá asegurar el cumplimiento
de estándares, así como tampoco la seguridad de la carga y la determinación de
responsabilidades se convertirá en un territorio complejo, donde reinará la
ambigüedad.
Si bien estas dos nuevas formas de hacer empresa tienen una
expresión social sensible, dado que permite a muchos complementar los ingresos
familiares y/o abordar la cesantía, no cumplen con la rigurosidad necesaria
para crear valor y cuidar responsablemente de sus clientes. Lo anterior se
traduce en una utilización de la necesidad de trabajadores y clientes en forma
parasitaria, pues los trabajadores usan
sus activos para generar valor a una compañía que solo les ofrece una apps y
los clientes son los encargados de fiscalizar, lo cual refleja un modelo de
negocios débil y abusivo, sin mencionar las conexiones con paraísos fiscales en
el caso de Uber.
Franco Contreras
03/12/2017
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