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El dinamismo de la naturaleza nos introdujo a la fuerza en el
cambio climático, es inverosímil ver como en el entorno todavía hay quienes
creen que todo seguirá igual. Desde una perspectiva romántica podría pensar en
gente inundada de nostalgia que se ve a si misma corriendo por el campo un
soleado día de verano y chapoteando un lluvioso invierno, al tiempo en que una
preocupada madre los llama para acariciarlos con una once calentita, entre
sopaipillas y te.
Un día crecimos y nos dejamos agasajar por la impresión de un
mundo estático, un planeta y sus recursos “infinitos” a nuestros pies, donde
diariamente una brisa matutina dejaba en nuestros labios los sabores de ese amanecer
y la luz del sol abrazaba nuestro rostro como si lo viera por primera vez, entregándonos
la energía y entusiasmo para correr, trabajar y amar. Nos acostumbramos y dejamos
de atender los detalles que propician el balance, ahora los sabores tornan en
la amarga expresión de un rostro apagado.
Pero la luz cae de manera distinta en mi habitación y lugares sombríos
de antaño encuentran un momento para brillar, de esta misma forma todo hace presumir
un reordenamiento en el que definitivamente prevalecerá el planeta, reduciendo
todo a unos delicados movimientos que repentinamente se tornan bruscos, en la
justa medida para cambiarlo todo y sumergirnos en nuestros mas terribles
temores.
La oportunidad esta en reinventarnos como la música, para que la
tinta siga fluyendo hacia el pentagrama y libros de historia, permitiéndonos
emerger renovados en un dibujo con expresiones nuevas y continuar contando al
futuro nuestras aventuras, errores y aciertos.
Franco Contreras
20/05/2017
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