jueves, 6 de febrero de 2020

Macroeconomía y percepciones del individuo

Captura web Banco Central de Chile 
El Informe de Política Monetaria (IPoM) de Junio de 2019 nos hablaba de desaceleración en el gasto, específicamente en inversión en maquinaria y equipos, que por cierto son ítems que más tecnología incorporan, en un escenario de inflación con un IPC entorno al 2%, considerando que la meta es del 3%, fundamentando con ello la baja en la Tasa de Política Monetaria (TPM).

En este mismo informe, el Banco Central indicaba que “el riesgo de un deterioro abrupto de las condiciones financieras para las economías emergentes sigue presente, en especial por la susceptibilidad con que los mercados han reaccionado a escenarios potencialmente negativos” 

En septiembre  la inflación se mantiene y destaca la desaceleración de la economía mundial, un menor avance del consumo, menor dinamismo del empleo asalariado, y expectativas, lo que llevó al Banco Central a bajar nuevamente la TPM, dejándola en 2%, continuando con un comportamiento que se observa desde el 2012. Lo casi contradictorio, es que señalan que “la última gran crisis financiera evidenció que la política monetaria tradicional tiene un límite en su capacidad expansiva, cuando la tasa de interés llega a niveles cercanos a cero”, indicando además que se espera que las “tasas de expansión del mundo y de los socios comerciales disminuyan de forma significativa, especialmente para el 2020”.

El informe de septiembre nos muestra cómo la crisis de los bancos de principios de los 80tas contribuyó a que el Banco Central hoy tenga un patrimonio negativo en su balance, producto del rescate que entregó a la banca privada a través de prestamos y venta de dólares a precios preferenciales y compra de la cartera de créditos, originando la deuda subordinada que recién en el 2019, el Banco de Chile, último deudor, terminó de pagar.

La contradicción parece ser la norma. Las demandas sociales giran en torno a la condonación del Crédito con Aval del Estado (CAE), educación gratuita, pensiones dignas, mejoramiento de la salud pública o pago de la deuda histórica de los profesores, y la historia muestra el puñal en la espalda de estas demandas, impidiendo avanzar.

Existió voluntad para rescatar bancos, pero ¿por qué no rescatar a la ciudadanía?, claramente no es un problema solo de nuestra sociedad, Barack Obama luego de la crisis 2008-09, decidió rescatar a los bancos, y su legado se transformó en una fábrica de suicidios, una herencia que lentamente muestra su miseria.

La omnipotencia de una generación vetusta y sus cercanos, han decidido por nosotros, claramente esto no nos hace victimas, sino más bien pusilánimes esclavos, ya que siempre es más fácil culpar a otros, mientras tanto en diciembre la TPM se sitúa en 1,75% y el Banco Central con una lucidez, probablemente fruto del aprendizaje de una TPM de 0,5% en 2009, nos indica que el camino no necesariamente es el tradicional y en el contexto de la crisis social, mostrando su cualidad de “mateo” del curso, nos señala que la literatura  concluye que en algunos casos, “la economía se puede demorar hasta 5 años en retomar su ritmo de crecimiento”.

No obstante, la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) de diciembre de 2019, cuando pregunta a la personas respecto de la calificación de la actual situación económica del país, la mayoría coincide en que es “mala o muy mala”, pero cuando la pregunta es respecto de la situación personal, la mayoría se ubica entre “ni buena ni mala” o “buena + muy buena”.

Cabe entonces cuestionar la política comunicacional a nivel de gobierno y medios de comunicación en general, ya que las señales aparentemente siempre están presentes, pero tal como un 18 de Octubre los actores relevantes no están poniendo énfasis ni atención donde deben. 

Franco Contreras
06/02/2020

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