lunes, 20 de abril de 2020

Cantidad, calidad y tiempo

Imagen, elaboración propia 
“Lo importante no es la cantidad sino la calidad”. En diversos contextos escuchamos una adecuación de esta frase, pero cuando hablamos del tiempo que dedicamos a nuestros hijos, adopta atributos que a veces no logramos dimensionar en su magnitud.

Entre tantos conceptos que aprendemos durante nuestra formación, a veces mezclarlos nos juega “malas pasadas”, pero a riesgo de equivocarme haré el intento.

Soy un afortunado de poder pasar más tiempo con mi hijo de lo que generalmente observamos en nuestra sociedad, pero probablemente muchos, en “modo pandemia”,, se han encontrado con el piso infestado de juguetes de diversas formas geométricas que encajan unas con otras, pero no con la anatomía de sus pies en calcetines.

En el supuesto de que no somos un mal ejemplo, en el sentido extremo (violentos, inmorales, viciosos, etc), probablemente en ocasiones nos convertimos en padres consentidores, ya que tendemos a evitar o mitigar expresiones de pena o frustración en nuestros hijos, lo que es correcto en ocasiones, pero no siempre. Este lenguaje emotivo apela a nuestros instintos básicos de protección, pero también, su experimentación contribuye a la formación de las personas del futuro. Así, el pequeño reyezuelo (bebe, guagua, niño, pequeño demonio, etc), comienza a tomar forma de sujeto de estudio y quizás pueda ser descrito desde la perspectiva de la relatividad del tiempo, con una tendencia a la presencia presente.

Estresarse tratando de entregar tiempo de calidad, dejó de ser una preocupación para mí, o quizás encontré una justificación para mi modorra. Al compartir con nuestros hijos tendemos a pensar que ese tiempo se lo quitamos a otras actividades igual o más importantes que tratar de animar a un oso de peluche mediante movimientos repetitivos y voz chillona, pero si el DeLorean nos transportara al futuro para ver nuestras rodillas al ritmo de la artritis, entonces lo “importante” como atributo de algunas actividades comienza a diluirse.

Por otro lado, si estamos en reposo en el mismo cuarto, quizás nuestra sola presencia tiene un efecto, ya que las interacciones invisibles podrían modificar el comportamiento del sujeto de estudio, repeliendo el sentimiento de abandono, como si se tratara de  partículas y antipartículas, y de esta manera aprovechamos de descansar. Las réplicas no están permitidas, ya que podrías experimentar dificultades versión Blade Runner

Finalmente, si agregamos una pequeña cucharadita de autonomía, mezclamos y ubicamos todo en el mismo espacio-tiempo, probablemente no lo notemos, pero estaremos descansando, aprendiendo, educando y acompañando en virtud de una mejora en la calidad de vida y de nuestra experiencia en familia.

Franco Contreras 
17/04/2020

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