miércoles, 26 de agosto de 2020

Autómatas con poder

Imagen, elaboración propia 

Los titulares hoy nos confirman de manera grotesca una realidad que nos tiene indignados respecto del poder judicial en democracia. Antes teníamos el sabor amargo de la dictadura y poco tiempo después nos veíamos obligados a leer en la ilegalidad el anillado pirata del “Libro negro de la justicia chilena”, de Alejandra Matus, censurado y prohibido por el poder podrido.

 

No recuerdo el curso exactamente, pero debe ser entre quinto y séptimo básico en que me tocó salir del Liceo 1 a declarar como testigo en un tribunal, todo aparentaba ser muy precario, ventanillas, puertas reforzadas, piso lustrado y pasamanos con innumerables capas de pintura negra brillante. Llega mi turno de ingresar y se abre un espacio flanqueado por montañas de archivos y papeles, un hombre atrincherado en su gran escritorio junto a otro de traje y rostro desgastado que le rendía obediencia, éste último tomó mi declaración y así conocí la caduca figura del “actuario”.

 

Hoy, con un buen recorrido en la era de la información el sistema ha cambiado, los edificios son más respetuosos de las personas, el flujo de información es más rápido e incluso, éste puede ser instantáneo a través de la transmisión vía internet de las audiencias, pero aparentemente hay algo que todavía se resiste a humanizarse, la paradoja es que quizás se trata de algunos seres humanos en el cargo de juez o jueza.

 

Cuando observo la vocería del poder judicial no puedo evitar pensar en una trampa de elásticos, de la cual sales estirado y con el impulso para hablar parsimoniosamente desde el olimpo, pero todos sabemos que en el fondo eres un “winner”, para  quien “ser tercero es perder, ser segundo no es igual que llegar en un primer lugar” como diría Miguel Bose que también protagonizó la serie “mascarilla fantasma” y “en busca de la Michelle perdida”.

 

Sabemos que existen leyes, que están hechas para regular nuestra convivencia y que respetarlas es fundamental para nuestra sociedad, pero también sabemos que existe la lógica, el sentido común y la razón, los que aparentemente han quedado olvidados bajo una pila de leyes y reglamentos. Quizás es tiempo de reemplazar los altos cargos en el poder judicial por un loro amaestrado que repita de memoria lo aprendido o podríamos evaluar un sistema de Inteligencia Artificial, lo que hoy es una realidad que puede sustituir muchos puestos de trabajo.  Personalmente me gustaría que siguieran siendo personas las que tomen las decisiones, pero ésto no tendría ningún sentido sino significa justicia.

 

Franco Contreras

25/08/2020

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