domingo, 18 de enero de 2015

Con o Sin Dios.

Esa noche el frío sólo atravesaba la carne, pero no los huesos. La lluvia dejaba caer sus últimas gotas, pero las nubes solo parecían dar una tregua al vendaval, mostrando su determinación de permanecer ahí y terminar la labor para la cual se habían reunido. En ese instante, una solitaria luz, antes difuminada por el agua,  reaparece en la cima de un pequeño cerro en el valle, iluminando una imagen que parece levitar  en la oscuridad, dándole el nombre al Cerro de la Virgen .

Así transcurrían algunas noches en Los Andes, en una época en que sentíamos que el mundo era mas extenso, cuando las espigas colgaban de las puertas del vecindario y cantábamos las canciones de los misioneros en la escuelita mas lejana en la montaña, cuando el polvo en los zapatos no era un problema y  caminar a la orilla del rio resultaba emociónate. Cuando todo era más simple.

Castigamos a judas y a cambio obtuvimos sus monedas, mientras termina de quemarse colgando de la cuerda que lo ata a su pecado. De vuelta en la ciudad, temerosos de Dios asistimos a misa los domingos, cumpliendo con el rito y sirviendo como acólitos que entregaban el cuerpo y la sangre de Cristo a los arrepentidos feligreses en “Los Pasionistas”. Pero las horas pasan lento y la alta torre con su poncho de cobre adolece del ritmo de la naturaleza. Los libros y las religiones se multiplican y la explicación de un mundo concebido por Dios repentinamente se convierte en una ficción que alimenta tradiciones, dando paso a un big bang de colores y un dinámico proceso evolutivo que  brinda las respuestas que buscamos.

Con los años desfilan frente a nosotros diferentes credos y religiones, todas con su propia verdad, algunas  grabadas a fuego por dioses que comparten los mismos atributos en diferentes épocas, culturas y lugares, despertando una curiosidad que cruzó el umbral de templos sin imágenes  y otros por el contrario, donde estas conducen al paraíso de un creador que usa pinceles y pigmentos y que llamamos artista. Otros  nos transportan a una época donde cuesta imaginar como erigieron las estructuras que aun sostienen algunas creencias y tradiciones, desde la Pirámide del Sol a Stonehenge.

Mientras, en la pequeña cima andina, la tormenta vuelve a difuminar la figura de la virgen, como las religiones a la razón.

Estas ideas y experiencias me han llevado a pensar en una sociedad inclusiva, donde la verdad no sea propiedad de dioses, santos ni profetas, donde el fanatismo religioso permanezca lejano, para que cuando escampe podamos disfrutar de la delicada armonía de la vida  en la tierra.

Franco Contreras
18/01/2015

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