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Bajo esta lógica cualquier atisbo de autodeterminación debe ser
destruida. Así lo experimentó el Chile de
Salvador Allende y, en las ultimas décadas, los gobiernos progresistas
Latinoamericanos.
Afortunadamente Lula, Nestor, Cristina, Chavez, Rafael, Evo,
Daniel y Mujica lograron dar continuidad a procesos de desarrollo y disminución
de brechas sociales, especialmente en el cono sur. Casos como el de Bolivia por
ejemplo, que muestra indicadores de
crecimiento económico y desarrollo saludables a pesar de los constantes ataques,
es notable.
Aunque Dilma y Fernando no
lograron completar sus periodos, todos han sido exitosos en crear y/o
consolidar las bases para un funcionamiento democrático que se refleja en la
transición, en la mayoría de los casos, pacifica y acorde la institucionalidad
del poder, sus funciones y el espíritu independentista que nos forjo, lo cual
es un triunfo, considerando los grupos de presión y la animosidad de algunos
titulares.
Hoy la cuestión Siria no solo se trata de los misiles de Trump,
Bush (padre e hijo), Clinton (Bill and Hillary), Blair, Obama y la OTAN, sino
también de conciencias distorsionadas por la maquinaria mediática, esa misma
que fabrica monstruos en cualquier lugar donde la hegemonía del imperio es
cuestionada, débil o inexistente, atribuyendo toda la maldad del mundo a Corea
del Norte, Irak, Libia, Siria y obviamente Rusia, creando clasificaciones
mediáticas como “el eje del mal” y
atribuyéndose el virtuosismo de ideales de justicia, paz y buena voluntad
después de un grandilocuente “god bless america”
.
“Lo
que no hace la razón lo hace el diablo” (Fiódor Dostoyevski – Crimen y
castigo).
Franco Contreras
10/04/2017
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