domingo, 4 de abril de 2021

Adicción a la buenas noticias

Imagen, elaboración propia.
Av Pascual Baburitzza Los Andes
Si bien nadie quiere ir por la vida con una mirada cabizbaja, la sonrisa y la celebración permanente, tampoco son sinónimo de un escenario perfecto o buen estado emocional.

 

Es cierto también que los medios de comunicación, principalmente los mas media, durante mucho tiempo nos invadieron con noticias terribles acerca de la delincuencia que nos llevaron a una percepción de peligrosidad en las calles superior a la realidad, eso no significaba que nos intentaran ocultar las buenas noticias, ya que durante mucho tiempo los niños abusados al cuidado del estado en el Sename murieron en silencio, se violaron los derechos humanos de comunidades mapuche, desastres ambientales y un largo y fatídico etcétera.

 

Pero luego de la revuelta de octubre, crisis social y económica, hoy la pandemia nos está pateando en el suelo y ante la impotencia de no poder hacer nada, hemos decidido cerrar los ojos, adoptar posición fetal, aguantar la pateadura y abrirlos solo para mirarnos el ombligo. Antes toda la maldad que veíamos en televisión la resolvíamos con rejas o cerco eléctrico, pero esta vez, la naturaleza tiene un arma invisible, de la cual puedes correr, pero no ocultarte y rebanará cada trozo de omnipotencia que tengamos, como si se tratara  de una inquieta jalea. 

 

Entiendo que nadie quiere saber de malas noticias, por que nos “arruina” el día y/o baja las “energías”, personalmente hice el experimento de no ver noticieros durante un año, también deje de ver la tv durante una década, y si bien me quedó más tiempo para leer, no encontré ninguna relación con arruinar días o bajar “energías”. Aparentemente necesitamos creer que todo está bien, como noticiero de dictadura y transición, recuerdo que daba la impresión de que no sucedía nada negativo en Chile, esto quizás nos hizo adictos a la dopamina que genera el vivir en un estado excitación constante, mimados por el sistema y décadas de fantasía, un cuento de hadas estilo Disney, conscientemente ignorantes del demonio que acecha desde abajo de la cama.

 

Cerrar los ojos y fingir que no pasa nada, o creer conspiraciones inverosímiles desechando siglos de avance científico y milenios de avance médico, quizás es la expresión de un síndrome de abstinencia que refleja exitismo, hedonismo, individualismo, competencia y otras miserias humanas que nos resistimos a abandonar y por esta razón sencillamente elegimos consumir la más barata de las drogas, mentirnos a nosotros mismos y convertirnos en adictos a una felicidad constante, pero irreal, que no permite enfrentar el hecho de que “no somos nada”.

 

Franco Contreras

31/03/2021 

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